Errantes / Wanderers

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Errantes

Tendemos a pensar en el cosmos como algo casi constante, cuyos cambios se dan en periodos de tiempo inconmensurables, la mayoría de las veces imperceptibles para el ser humano, como si los objetos que lo componen estuvieran fijos o se movieran siempre siguiendo rutas predeterminadas y fijas, definida por la gravedad de objetos más masivos y que estas rutas nunca cambian con el tiempo.

Esta forma de pensar proviene de nuestros antepasados, que observaban con regularidad al cielo nocturno y veían siempre las mismas estrellas, cuya configuración fija, en la que con el tiempo empezaron a distinguir figuras familiares, cruzaba todas las noches el firmamento sin alteración, como si se tratara de una enorme tela agujerada, que era arrastrada por el cielo y por la que se colaba la luz de un más allá. [1]

De esta creencia provienen los conceptos de bóveda celeste y esfera celeste, de la idea de que la Tierra fija, en el centro del universo, está rodeada por una especie de esfera que contenía el cielo y que giraba alrededor nuestro, y las estrellas eran esos agujeros en el cielo que dejaban ver la luz de un inaccesible más allá. [1]

Pero lo cierto es que en el cosmos todo está en movimiento, no existes objetos fijos, inamovibles, pues todo proviene del movimiento mismo, de la violenta expansión de un objeto primigenio cuya naturaleza aun nos resulta incomprensible, todo lo que existe nace en movimiento y éste se conserva por toda su vida, bien sea constante o alterado por algún otro cuerpo, todo está en movimiento.

Los antiguos hombre se darían cuenta de esto, al notar que, entre todas esas estrellas fijas, que rotaban con la bóveda celeste, había una pocas, cinco para ser exactos, que se movían erráticamente, que cambiaban su posición con el pasar de las noches, que alteraban la inamovilidad de la bóveda celeste, estas estrellas errantes fueron llamadas planetas; y los planetas no son más que eso, la latinización de como llamaban los antiguos griegos a un vagabundo a un errante. [1][3][5]

Pero a diferencia de lo que creían los hombres antiguos, las estrellas tampoco están fijas, se mueven a través de la bóveda celeste, el cielo que observaron los primeros homo sapiens hace cientos de miles de años, no es el mismo que nosotros, sus descendientes, observamos hoy; y es que todo lo que hay en el cosmos se mueve. [8]

Las estrellas, aunque no están fijas, se mueven a través de la galaxia en rutas definidas por la gravedad, rutas que las llevan a girar alrededor del centro galáctico, así como los planetas lo hacen a rededor de una estrella en un sistema planetario, las galaxias mismas no son puntos inamovibles del cielo, se mueven en gigantescos flujos cósmicos, como rebaños de ovejas que se desplazan en dirección a nuevas pasturas.

Pero existen objetos que desligados de las ataduras de la gravedad de cuerpos más grandes y que probablemente les dieron origen, se mueven literalmente errantes por el universo, algunos dentro de nuestra misma galaxia y algunos otros logrando incluso romper el abrazo gravitacional de ella.

Ya en la publicación anterior escribí sobre un objeto interestelar que estaría vagando por la galaxia y de su visita a nuestro sistema solar, se trata de Oumuamua, un intrigante objeto que hoy en día aun dentro del área de influencia de nuestro Sol, se aleja para en algún momento abandonar el efecto de su campo gravitacional.

Pero los pequeños fragmentos de roca y hielo como Oumuamua no son los únicos que vagan sin ataduras por el espacio interestelar, existen planetas errantes, aunque el nombre resulte en una redundancia, planetas que, expulsados de sus sistemas planetarios, al estar desligados de la gravedad de su estrella, vagan sin rumbo fijo por nuestra galaxia. [4][5]

Modelos de simulación han mostrado que podría existir la exorbitante cifra de hasta 100.000 planetas errantes, por cada estrella en la Vía Láctea, planetas que son expulsados por la interacción de otro planeta o estrella o por la explosión como supernova de la estrella que orbitaban. [4]

Este resultado proviene del hecho de que las estrellas normalmente nacen en grupos, en grandes nubes moleculares, y con el tiempo las interacciones gravitacionales entre ellas las hacen alejarse, estas mismas interacciones podrían dar lugar a que muchos planetas en formación y ya formados sean expulsados de sus órbitas. [4]

Muchos de estos planetas errantes podrían ser atrapados por la gravedad de otros cuerpos, sean estrellas, remanentes estelares e incluso otros planetas, pero un número mayor aun de ellos permanece viajando errantes por la Vía Láctea. [4]

Así como los planetas, las estrellas o sus remanentes; enanas blancas, estrellas de neutrones o agujeros negros, también pueden vagar por el cosmos, siguiendo la ruta que la inercia de su movimiento les marque. Estas estrellas son expulsadas de sus galaxias originales por la interacción gravitacional con otras galaxias, y su presencia puede distinguirse en los grandes cúmulos galácticos como una pálida luminiscencia en el espacio entre galaxias. [6][7]

Estas vagabundas intergalácticas, son el resultado de la colisión entre galaxias, en las que los tenues cuerpos de dos o más galaxias, se entre cruzan, desgarrándose y en una especie de danza, que concluye con la fusión de los agujeros negros supergigantes, que albergan sus núcleos, en este proceso es común que estrellas de las que conforman las regiones más externas de las galaxias, pierdan el vínculo gravitacional con su galaxia, quedando errantes en medio del espacio intergaláctico, la cantidad de estrellas vagabundas es tal que forman redes que demarcan los senderos seguidos por los brazos galácticos durante la colisión y emiten un halo de luminosidad que compite con el de las galaxias mismas. [6][7]

En vista de la existencia de estrellas y planetas vagabundos, resulta un interesante ejercicio metal el pensar que muy probablemente en algún lugar del universo, una de esas estrellas vagabundas, fue expulsada de su galaxia, conservando con ella su sistema planetario y si este sistema albergara planetas con vida inteligente, se trataría de una civilización intergaláctica, que viajaría errante por el cosmos, sin las ataduras gravitacionales de una galaxia y observando un cielo despoblado de estrellas pero cubierto de infinidad de galaxias, próximas y distantes, que llenarían la oscuridad de su noche como un tenue velo de luz.

Texto de @amart29, Barcelona, Venezuela, enero de 2023

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Wanderers

We tend to think of the cosmos as something almost constant, whose changes occur over immeasurable periods of time, most of the time imperceptible to humans, as if the objects that compose it were fixed or always moving along predetermined and fixed routes, defined by the gravity of more massive objects, and that these routes never change over time.

This way of thinking comes from our ancestors, who regularly observed the night sky and always saw the same stars, whose fixed configuration, in which over time they began to distinguish familiar figures, crossed the firmament every night without alteration, as if it were an enormous perforated cloth, which was dragged across the sky and through which the light of a beyond was filtered. [1]

From this belief came the concepts of celestial vault and celestial sphere, from the idea that the fixed Earth, at the centre of the universe, is surrounded by a kind of sphere that contained the sky and revolved around us, and the stars were those holes in the sky that let in the light of an inaccessible beyond. [1]

But what is certain is that in the cosmos everything is in movement, there are no fixed, immovable objects, for everything comes from movement itself, from the violent expansion of a primordial object whose nature is still incomprehensible to us, everything that exists is born in movement and this is conserved throughout its life, whether constant or altered by some other body, everything is in movement.

The ancient men would realise this, when they noticed that, among all those fixed stars, which rotated with the celestial vault, there were a few, five to be exact, which moved erratically, which changed their position with the passing of the nights, which altered the immobility of the celestial vault, these wandering stars were called planets; and the planets are no more than that, the latinisation of what the ancient Greeks called a wanderer a wanderer. [1][3][5]

But unlike what ancient men believed, the stars are not fixed either, they move across the celestial vault, the sky that the first homo sapiens observed hundreds of thousands of years ago, is not the same as the one we, their descendants, observe today; and the fact is that everything in the cosmos moves. [8]

The stars, though not fixed, move through the galaxy in gravitationally defined paths, paths that lead them to revolve around the galactic centre, just as the planets revolve around a star in a planetary system, the galaxies themselves are not immovable points in the sky, they move in gigantic cosmic flows, like flocks of sheep moving in the direction of pastures new.

But there are objects that, untethered from the gravitational bonds of the larger bodies that probably gave them birth, are literally wandering the universe, some within our own galaxy and some even managing to break out of its gravitational embrace.

In the previous post I wrote about an interstellar object wandering the galaxy and its visit to our solar system, Oumuamua, an intriguing object that today, even within the area of influence of our Sun, is moving away from the effect of its gravitational field at some point.

But small fragments of rock and ice like Oumuamua are not the only ones wandering untethered through interstellar space; there are wandering planets, even if the name is redundant, planets that, having been ejected from their planetary systems and detached from the gravity of their star, wander aimlessly through our galaxy. [4][5]

Simulation models have shown that there could be an exorbitant 100,000 wandering planets for every star in the Milky Way, planets that are ejected by the interaction of another planet or star or by the supernova explosion of the star they orbited. [4]

This result stems from the fact that stars are normally born in groups, in large molecular clouds, and over time gravitational interactions between them cause them to drift apart, these same interactions could result in many forming and already formed planets being ejected from their orbits. [4]

Many of these wandering planets could be trapped by the gravity of other bodies, be they stars, stellar remnants and even other planets, but an even greater number of them remain wandering around the Milky Way. [4]

Like planets, stars or their remnants - white dwarfs, neutron stars or black holes - can also wander through the cosmos, following the path set by the inertia of their motion. These stars are ejected from their original galaxies by gravitational interaction with other galaxies, and their presence can be distinguished in large galactic clusters as a pale luminescence in the space between galaxies. [6][7]

These intergalactic wanderings are the result of the collision between galaxies, in which the faint bodies of two or more galaxies, intersect, tearing each other apart and in a kind of dance, which concludes with the merger of the supergiant black holes, which house their nuclei, in this process it is common for stars of those that make up the outermost regions of galaxies, The number of wandering stars is such that they form networks that demarcate the paths followed by the galactic arms during the collision and emit a halo of luminosity that rivals that of the galaxies themselves. [6][7]

In view of the existence of wandering stars and planets, it is an interesting metal exercise to think that most probably somewhere in the universe, one of these wandering stars was expelled from its galaxy, preserving with it its planetary system and if this system harboured planets with intelligent life, it would be an intergalactic civilisation, wandering through the cosmos, unbound by the gravitational bonds of a galaxy and observing a sky depopulated of stars, but covered with an infinity of galaxies, near and distant, that would fill the darkness of its night like a faint veil of light.

Text of @amart29, Barcelona, Venezuela, Junuary 2023


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Referencias / Sources

  1. Vernaez, B., Bóveda celeste: definición, elementos, constelaciones y propiedades de la esfera celeste, Cinconoticias.
  2. Wikipedia, Estrellas fijas, Wikipedia.
  3. Wikipedia, Planeta, Wikipedia.
  4. Redacción National Geographic, Los «planetas errantes» son más comunes de lo que se creía, National Geographic.
  5. Asa, ¿Qué son las estrellas errantes?
  6. Martins, A., Las estrellas huérfanas que vagan entre las galaxias como "almas perdidas", BBC News
  7. Neofronteras, Estrellas errantes abandonan las galaxias, Neofronteras.
  8. Universe2go, ¿Qué será del cielo estrellado dentro de 100.000 años cuando ya no estemos?, Univers2go.


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