Una mirada a la Psicología de la Religión

La religión tendría que ver con el cuidado, con el comportarse escrupulosamente, con pulcritud, en las diferentes circunstancias de la vida ante la certeza de una necesidad moral Social, pero a la vez muy íntima.

En el concepto de José Ortega y Gaset, la emoción religiosa aparece como la fuerza de donde surgen las diferentes manifestaciones culturales. Es a partir de allí donde se inicia la labor paulatina de la humanidad para solucionar los problemas del mundo. Para ello era necesario un hombre respetuoso, que pensara el mundo como un problema, una incógnita a cuya solución habría que aproximarse indefinidamente.

La emoción de lo divino ha sido el hogar de la cultura y probablemente lo será siempre; la emoción religiosa es el hogar psicológico donde se condimenta la cultura, el ardor interior que suscita y bendice las cosechas”

Ortega llega a la conclusión de que el hombre entiende que no está solo, que existen realidades con las que es preciso contar y esto lo lleva a no vivir a la ligera, a comportarse con cuidado, “con cuidado ante la realidad trascendente”.

Desde esta observación se comprende la idea de Ortega donde presenta a Dios como la categoría de la dignidad humana.

El lugar divino donde el hombre proyecta todo cuanto hay en sí de gran valor.

En este pensamiento el elemento principal es la convicción de que la religión realmente se hace presente cuando se establece a través de la experiencia personal. Desde el momento en que se actualiza formalmente la religión en la vida particular se produce el reconocimiento de las posibilidades de realizarnos personalmente.Es en este ámbito donde se constituye el tema central de la Psicología de la religión
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La psicología de la religión centra sus observaciones en las relaciones que los hombres establecen con lo sagrado, sea cual sea la forma que esta relación asuma, fue William James, pionero de la psicología funcionalista, quien desarrolló la teoría descriptiva de la religión, considerándola como un "sentimiento".

Wilhelm Pöll agrega que la psicología de la religión se interesa por el estudio de las funciones psíquicas tales como el sentimiento, el deseo, la voluntad, el pensamiento, las representaciones mentales y las formas de funcionamiento que aparecen en la actividad religiosa, así como también en las vivencias religiosas y en la actitud ante lo sagrado de los individuos religiosos.

Sigmund Freud, considerado el impulsor y padre de la psicología, en su libro El malestar en la cultura, realiza un análisis del tema donde presenta a la religión de una manera diferente: como una neurosis resultante de conflictos instintivos no resueltos.

Para el psicoanalista vienés los actos y las creencias religiosas deberían entenderse principalmente como sublimación de energías centrales, predominantemente sexuales. Estas fuerzas sexuales no son suprimidas, sino reprimidas para ser expulsadas a la esfera consciente como transferencias a personas sagradas.

Este punto de vista se convirtió en una discusión polémica que aún se mantiene aportando ideas a la ciencia psicológica.

Realmente, Freud sitúa el origen de la religión y de la neurosis en un mismo punto: Un estado mental infantilizado que el autor iguala a una ilusión, lo que permite la formación de las mitologías.
Para el autor existe la impresión subjetiva que él caracteriza como un sentimiento oceánico.

Partiendo de las nociones aportadas en su Esquema del psicoanálisis, Freud interpreta que lo que puede considerarse como un sentimiento oceánico, un sentimiento de estar inmerso en un todo incompresible, no sería más que un residuo atrofiado de un sentimiento más amplio, que concernía a una comunicación entre el yo y el mundo circundante, a lo cual le corresponden contenidos ideáticos de infinitud y de comunicación con el Todo.

La pregunta que Freud se hace es si ese sentimiento de conexión con el Todo puede ser aceptado como la fuente de las necesidades religiosas y su respuesta es categórica.

“…un sentimiento sólo puede ser fuente de energía si a su vez es expresión de una necesidad imperiosa. En cuanto a las necesidades religiosas, considero irrefutable su derivación del desamparo infantil y de la nostalgia por el padre que aquel suscita, tanto más cuanto este sentimiento no se mantiene simplemente desde la infancia, sino que es reanimado sin cesar por la angustia ante la omnipotencia del destino.”

Para el autor, el origen de la actitud religiosa puede ser identificado con toda claridad hasta llegar al sentimiento de desamparo infantil. Lo que el autor describe como sentimiento oceánico queda en el pensamiento de la gente como una forma de consolación religiosa, otro camino para refutar el peligro que el Yo reconoce en el mundo exterior.

Freud, a partir de las ideas con las que el hombre común se representa la imagen del padre, nos ofrece su concepto de religión:

“… lo que el hombre común concibe como su religión, el sistema de doctrinas y promisiones que, por un lado, le explican con envidiable integridad los enigmas de este mundo, y por el otro, le aseguran que una solicita Providencia guardará su vida y recompensará en una existencia ultraterrena las eventuales privaciones que sufra en ésta.

El hombre común no puede representarse esta Providencia sino bajo la forma de un padre grandiosamente exaltado, pues sólo un padre semejante sería capaz de comprender las necesidades de la criatura humana, conmoverse ante sus ruegos, ser aplacado por las manifestaciones de su arrepentimiento”

Freud propone que la religión no es sino un consuelo que permite soportar la vida humana, tal como está representada en las ideas del hombre común -al cual separa del hombre de ciencia y de arte, utilizando las palabras de Goethe: “Quien posee ciencia y arte también tiene religión; quien no posee una ni otra ¡tenga la religión!”

La religión se constituye en un seguro de felicidad y de protección contra el dolor por medio de una transformación de la realidad, esta perspectiva permite interpretar el fenómeno religioso en lo social: “también las religiones de la humanidad deben ser consideradas como semejantes delirios colectivos.”

Para ir finalizando este post quiero decir que Freud desarrolla respecto a la religión tres tipos de análisis:

• Un análisis antropológico donde define la religión como un mecanismo de defensa frente a las eventualidades humanas, con este mecanismo el hombre personificó las fuerzas naturales elevándolas a la categoría de fuerzas protectoras. En el comportamiento subyacente de esta neurosis infantil el niño igualaría la idea del padre con la de Dios.

• Ontogenéticamente Freud sostiene que las primeras experiencias infantiles toman la forma de fe en la etapa adulta, buscando protección a través de la creencia en los dioses. Freud considera a estos dioses como ideales de la cultura.

• Por último, el autor desarrolla desde su visión del origen de la religión una idea de filiación en la que hace aparecer las formas familiares a partir de las alianzas fraternas: Los preceptos del tabú formaron el primer derecho, la primera ley a partir de la cual se establecieron las iniciales formas de vida común, tal como está planteado en el libro Tótem y tabú.

Cada una de estas perspectivas son objeto de análisis continuo, hasta el día de hoy.

Para finalizar debemos anotar que Freud se sitúa en la tradición de Friedrich Nietzsche (de quien dice que habría intuitivamente adelantado muchos de los puntos de vista del psicoanálisis). Con él, concibe que la religión perturba el libre juego de la elección y de la adaptación, al imponer a todos por igual un camino único para alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento.

En el mismo orden de ideas de Nietzsche, asegura que la técnica de la religión consiste en reducir el valor de la vida y en deformar la imagen del mundo real, medidas que sólo pueden ser impuestas previa la intimidación de la inteligencia.

…a este precio, imponiendo por la fuerza al hombre la fijación a un infantilismo psíquico y haciéndolo participar en un delirio colectivo, la religión logra evitar a muchos seres la caída en la neurosis individual.”