Némesis la Hermana Malvada / Nemesis the Evil Sister

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Concepción artística de una enana marrón / Artist’s conception of a brown dwarf.
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Español

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Némesis la Hermana Malvada

Bajo la antigua concepción griega, el exceso de felicidad, el orgullo y la soberbia junto a la desobediencia a los dioses eran faltas graves que debían ser castigadas de forma ejemplar. El castigo a este tipo de desmesuras era la tarea de Némesis, la que entre los dioses griegos era la encarnación de justicia en forma de venganza divina. [1][2]

Némesis formaba parte de los dioses primordiales, era la hija de Nix, deidad de la noche, y Érebo, personificación de la oscuridad y la sombra. Su propósito era mantener el equilibrio y la justicia a través de la venganza y la retribución. [2]

Es conocido como Némesis, castigó al rey Creso, por su buena fortuna tras conquistar todas aquellas ciudades estado contra las que se enfrentó, y aun siendo fiel a la tradición de honrar a los dioses de dichos estados y traer felicidad a sus pueblos. La excesiva felicidad de Creso fue considerada por Némesis como merecedora de un castigo con el propósito de guardar el equilibrio, por lo que llevó a Creso a enfrentarse a Ciro, el rey de Persia, y esto lo condujo a su derrota y desgracia. [2]

En el lenguaje común, se ha asociado el nombre de Némesis como sinónimo de venganza o castigo. Y es en este sentido en el que se ha nombrado una hipótesis científica que pretende explicar la regularidad de la ocurrencia de eventos de extensión masivos en los que la vida sobre la Tierra se ha visto comprometida, como una forma de venganza o retribución por el exceso de bondades otorgadas a nuestro planeta.

La Hipótesis Némesis, fue propuesta por los físicos, R. A. Muller de la Universidad de California y Piet Hut del Instituto de Estudios Avanzados de Princetone y el astrofísico Marc Davis de Princetone, en un artículo publicado en 1984 en la revista Nature, según el cual, el Sol podría tener una compañera binaria, cuya orbita se situaría en los límites de la Nube de Oort, y por efecto de su rotación, afectaría esta nube de cometas aproximadamente cada 27 millones de años, lanzando cometas al sistema solar interior, lo que expondría la Tierra al bombardeo de estos cuerpos, cuyos impactos provocarían la extinción de buena parte de la vida sobre el planeta. [3]

Némesis sería el nombre de esta hipotética estrella compañera de nuestro Sol, y se trataría de algún tipo de estrella oscura, por lo que sería muy difícil de observar, entendiéndose por estrella oscura a una enana marrón o un pequeño agujero negro y su órbita estaría alejada entre 1 y 3 años luz del Sol. [3][4]

Una de las principales pruebas a favor de la Hipótesis de Némesis es la aparente regularidad de la ocurrencia de eventos de extinción, según lo ha demostrado el registro fósil y los depósitos de iridio extraterrestre en los estratos geológicos, que muestran una regularidad de aproximadamente entre 26 y 27 millones de años de ocurrencia de grandes impactos. [3][4]

Sin embargo, no existe ninguna evidencia astronómica que demuestre la posible existencia de Némesis. Varios intentos de encontrar a la esquiva estrella se han realizado, en 1986 el Observatorio Leuschner de la Universidad de California lo intentó infructuosamente, y lo mismo ocurrió con los intentos del satélite IRAS en los 80, el proyecto 2MASS a finales de los 90 y más recientemente la misión WISE en las primeras décadas de los 2000, tampoco ha logrado hallar evidencia de un objeto tan masivo como una enana marrón, en las regiones más alejadas de nuestro sistema solar. Estos resultados han llevado a que la hipótesis sea mayormente descartada por la comunidad científica, convirtiéndola principalmente en una hipótesis soportada por grupos seudocientíficos y hasta místicos. [3][4]

Si bien hay evidencia de la posible existencia de grandes objetos de masa planetaria en las regiones más alejadas de nuestro sistema solar, como las alteraciones en las órbitas de muchos cuerpos del Disco Disperso y las regiones más alejadas del Cinturón de Kuiper o la existencia del llamado Acantilado de Kuiper, estas evidencias llevarían a pensar en la existencia de objetos de como mucho un tamaño similar al de Neptuno, lo que se relacionaría con la creencia de la existencia de un noveno planeta en nuestro sistema solar, hipótesis diferente a la de Némesis, y la cual si cuenta con el apoyo de buena parte de la comunidad científica. [4][5]

Curiosamente, un estudio del 2010, publicado por Adrian Melott, de la Universidad de Kansas, y Richard Bambach, del Instituto Smithsoniano en Washington, en la revista Technology Rewiew del MIT, a mostrado que la propia regularidad de la ocurrencia de los eventos de extinción masiva, atenta contra la veracidad de la Hipótesis Némesis. [6]

Melott y Bambach estudiaron el registro fósil de los últimos 500 millones de años y concluyeron que con un 99% de confianza, algo afecta a nuestro planeta cada 27 millones de años, ocasionando eventos de extinción masiva. Pero esta regularidad no podría ser producto de la existencia de una supuesta estrella compañera lejana de nuestro Sol, pues los encuentros que ha sufrido nuestra estrella con otras, en el mismo periodo de tiempo, debería haber alterado la órbita de su supuesta compañera, en al menos un 20%, por lo que dicha regularidad debió haberse visto alterada también, descartando así la posibilidad de que las extinciones estén siendo producidas por la supuesta existencia de Némesis, lo que derribaría la principal y única base de apoyo de la hipótesis. [6]

La última extinción masiva de este proceso cíclico ocurrió hace 11 millones de años, así que estamos a por lo menos 16 millones de años de la nueva ocurrencia de este evento, que regularmente causa estragos en nuestro planeta y que, según Melott y Bambach, debería ser buscado en el entorno más próximo a nuestro planeta [6]

Texto de @amart29, Barcelona, Venezuela, mayo de 2023

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English


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Nemesis the Evil Sister

Under the ancient Greek conception, the excess of happiness, pride and arrogance together with disobedience to the gods were serious faults that had to be punished in an exemplary way. The punishment of this type of excesses was the task of Nemesis, who among the Greek gods was the incarnation of justice in the form of divine vengeance. [1][2]

Nemesis was part of the primordial gods, she was the daughter of Nix, deity of the night, and Erebus, personification of darkness and shadow. Her purpose was to maintain balance and justice through vengeance and retribution. [2]

He is known as Nemesis, punished king Croesus, for his good fortune after conquering all those city states against which he clashed, and even while being faithful to the tradition of honoring the gods of those states and bringing happiness to their peoples. Croesus' excessive happiness was considered by Nemesis as deserving of punishment for the purpose of keeping the balance, so it led Croesus to confront Cyrus, the king of Persia, and this led to his defeat and disgrace. [2]

In common parlance, the name Nemesis has been associated as a synonym for revenge or punishment. And it is in this sense that has been named a scientific hypothesis that seeks to explain the regularity of the occurrence of events of massive extension in which life on Earth has been compromised, as a form of revenge or retribution for the excess of kindnesses bestowed on our planet.

The Nemesis Hypothesis, was proposed by the physicists, R. A. Muller of the University of California and Piet Hut of the Institute for Advanced Study at Princetone and the astrophysicist Marc Davis of Princetone, in an article published in 1984 in the journal Nature, according to which, the Sun could have a binary companion, whose orbit would be located at the edge of the Oort Cloud, and by the effect of its rotation, it would affect this cloud of comets approximately every 27 million years, launching comets into the inner solar system, which would expose the Earth to the bombardment of these bodies, whose impacts would cause the extinction of much of the life on the planet. [3]

Nemesis would be the name of this hypothetical companion star of our Sun, and it would be some kind of dark star, so it would be very difficult to observe, understanding dark star as a brown dwarf or a small black hole and its orbit would be distant between 1 and 3 light years from the Sun. [3][4]

One of the main pieces of evidence in favor of the Nemesis Hypothesis is the apparent regularity of the occurrence of extinction events, as demonstrated by the fossil record and extraterrestrial iridium deposits in geological strata, which show a regularity of approximately 26 to 27 million years of occurrence of large impacts. [3][4]

However, there is no astronomical evidence to prove the possible existence of Nemesis. Several attempts to find the elusive star have been made, in 1986 the Leuschner Observatory of the University of California tried unsuccessfully, and the same happened with the IRAS satellite attempts in the 1980s, the 2MASS project in the late 1990s and more recently the WISE mission in the early 2000s, also failed to find evidence of an object as massive as a brown dwarf, in the farthest regions of our solar system. These results have led to the hypothesis being largely dismissed by the scientific community, making it mainly a hypothesis supported by pseudo-scientific and even mystical groups. [3][4]

While there is evidence of the possible existence of large planetary mass objects in the outermost regions of our solar system, such as the alterations in the orbits of many bodies in the Scattered Disk and the outermost regions of the Kuiper Belt or the existence of the so-called Kuiper Cliff, these evidences would lead to think in the existence of objects of at most a similar size to Neptune, which would be related to the belief of the existence of a ninth planet in our solar system, different hypothesis to that of Nemesis, and which if it has the support of much of the scientific community. [4][5]

Interestingly, a 2010 study published by Adrian Melott of the University of Kansas and Richard Bambach of the Smithsonian Institution in Washington, D.C., in MIT's Technology Review, has shown that the very regularity of the occurrence of mass extinction events militates against the veracity of the Nemesis Hypothesis. [6]

Melott and Bambach studied the fossil record of the last 500 million years and concluded that with 99% confidence, something affects our planet every 27 million years, causing mass extinction events. But this regularity could not be the product of the existence of a supposed distant companion star of our Sun, since the encounters that our star has suffered with others, in the same period of time, should have altered the orbit of its supposed companion, in at least 20%, so this regularity should also have been altered, thus ruling out the possibility that the extinctions are being produced by the supposed existence of Nemesis, which would demolish the main and only basis of support of the hypothesis. [6]

The last mass extinction of this cyclic process occurred 11 million years ago, so we are at least 16 million years away from the new occurrence of this event, which regularly wreaks havoc on our planet and which, according to Melott and Bambach, should be looked for in the environment closest to our planet [6]

Text of @amart29, Barcelona, Venezuela, May 2023


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Referencias / Sources

  1. Wikipedia, Némesis, Wikipedia.
  2. Mitologia.info Némesis, Mitologia.info
  3. Wikipedia, Hipótesis Némesis, Wikipedia.
  4. Documentalium, La hipótesis Némesis, nuestro binario Sistema Solar, Documentalium
  5. Wikipedia, Cinturón de Kuiper, Wikipedia
  6. ABC, La muerte de Némesis, el oscuro compañero del Sol, ABC.es


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Somos tan efímeros en el tiempo, lo más seguro es que nuestra especie no exista cuando llegue ese nuevo evento cataclismo , me encanto el post, saludos

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