De las preciosas ridículas a la gramática racional

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En la antigüedad la lingüística se centraba fundamentalmente en la gramática y su descripción en cuanto al “buen uso”, sin estipular ni fijar teorías al respecto. El siglo XVII es el siglo del purismo lingüístico, donde las personas aprenden el arte del buen hablar por el libro de Claude Favre, barón de Pérouges, "Remarques sur la langue française, utiles à ceux qui veulent bien parler et bien écrire", hasta llegar a excesos como los descritos en la comedia de Las Preciosas ridículas ("Les précieuses ridicules") de Jean Baptiste Poquelin Molière.

El purismo procuraba abandonar todo lo considerado incorrecto frente a la los postulados de la lengua normativa. Sin embargo, las actitudes de los hablantes de esas épocas del siglo XVII, fueron creando una moda de querer utilizar el lenguaje de acuerdo con las buenas costumbres, trato delicado y modales refinados, llevándolo a lo afectado y exagerado, que resultó, a pesar de los códigos lingüísticos y normativos de la lengua, en textos rebuscados y alambicados, como fenómeno social producido por las clases sociales elevadas.

En dicha obra estrenada en París en 1659, se presentan, en tono caricaturesco, expresiones idiomáticas de singulares exageraciones y afectaciones galantes de los personajes y, en especial, de dos damas provincianas que intentan imitar el lenguaje y el estilo preciosista, tanto que llegan a la extravagancia con el uso en demasía de superlativos, oscuridad, rodeos y locuciones extremadamente elaboradas, llegando a extremos de desnaturalizar las propias expresiones del idioma y los sentimientos.

Las “preciosas”, por usos de la moda, llegaron a límites de la afectación y hasta la exageración tanto en el modo de vestir, uso de peinados estrafalarios y estrambóticos, pelucas, sombreros, volados, lunares pintados, perfumes y toda clase de afeites y artificios que caían en la ridiculez, languidez y un aire de falsedad y rebuscamiento. Los hombres usaban largas pelucas empolvadas, grandes sombreros y anchas mangas en las camisas, pantalones de varias capas y zapatos puntiagudos.

Todos estos comportamientos sociales y modales elegantes y artificiosos, también se manifestaban en el lenguaje. Las preciosas, como movimiento socio-cultural que fue, crearon neologismos y expresiones impuestas, tales como elaboradas metáforas, símiles y nombres de objetos, que transformaron el lenguaje en complicados y crípticos modos de hablar. El lenguaje se pobló de adjetivos como “le dernier” con el significado de “lo último”, admirable, delirante, distinguido, de última moda. Aparecieron códigos de lenguaje tan elaborados como absurdos, que hasta se pensó en confeccionar glosarios, diccionarios y diversas obras con el objetivo de servir de orientación para la vida en sociedad de las preciosas.

De este modo, a la dentadura se le llamaba “el moblaje de la boca”; a los peces “los habitantes del reino de Neptuno”; a la luna se la denominaba “la llamarada de la noche”; a la vela, “el suplemento del sol”. Se construían expresiones y juegos de palabras como: “Llevad los espejos del alma al consejero de las gracias”, que se traducía como el prosaico “mírate en el espejo”, en virtud de que los ojos son el espejo del alma y el espejo es el consejero de las gracias (Capano, 2021, p.p. 9-10).


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Hacia una gramática filosófica
Pero no todo era juego como parte de esas aparatosas y complicadas escenas cotidianas, producto de los usos hiperbólicos de la lengua, sino que también, luego de mediados del siglo XVII, la tendencia de la gramática normativa comenzó a convivir con los estudios de la gramática racional. De allí que desde el renacimiento los “gramáticos” dieran paso a los “teóricos” como Giulio Cesare Scaligero, médico, filósofo, botánico, humanista italiano y primer gramático latino en abordar el análisis racional de las los usos de la lengua.

Los “teóricos” exponían que la ratio o razón precede y dirige los hechos lingüísticos. Tal como lo expresaba Scaligero en su obra De causis linguae Latinae, con respecto a las gramáticas anteriores, se hacía necesario renunciar al mero análisis descriptivo de los usos de la lengua para plantear el análisis racional de las causas de la misma (Galán S., 2004).

Para Scaligero la ratio es superior a la autorictas de opinión de los gramáticos antiguos latinos:

Como estas reglas fueron del gusto de los gramáticos antiguos, no hubo nadie que las contradijera. Sin embargo, conviene al filósofo anteponer la razón a los preceptos humanos, pues nada hay más precioso que la verdad, ya que esta es la única y exclusiva meta del hombre (en Galán, op. cit. p. 140).

A partir de este principio los lingüistas habrían de declarar su punto de vista sobre la lengua y sus definiciones, buscando con ello delimitar su objeto de estudio, por lo que habría diferentes maneras de observar y comprender dicho objeto, destacando lo pertinente y relevante que pudiera tener.

La gramática pasa entonces de ser “arte de hablar correctamente” a “gramática filosófica”. Estas reflexiones teóricas del renacimiento venían exponiendo que las construcciones lingüísticas poseían bases lógicas, que en definitiva orientarían los nuevos conceptos que llevarían a la grammaire no solo como el arte de hablar sino también el de pensar.

la gramática razonada de Port Royal
Los primeros estudios escritos sobre este tema aparecen en 1660 desde la paz de la vida ascética en la abadía de Port Royal des Champs en Francia, por parte de personas eruditas y amantes del estudio: los abates Claude Lancelot, Antoine Arnaud y Pierre Nicole. Lancelot y Arnaud publican la Grammaire Generale Et Raisonnee contenant les fondements de l'art de parler, expliqués d'une manière claire et naturelle; les raisons de ce qui est commun à toutes les langues, et des principales différences qui s'y rencontrent, etc.

Dos años después, en 1662, de nuevo Antoine Arnaud junto a Pierre Nicole publican La logique, ou l'art de penser, contenant, outre les règles communes, plusieurs observationes nouvelles propres à former le jugement.

Las consideraciones de ambas obras giran en torno a la facultad propia del ser humano que se manifiesta en lo que es común en todas las lenguas, tal como se presenta en el título de 1660: el pensamiento y las ideas. Lo que interesa a estos gramáticos es la “razón” de los usos de la lengua, tal como la ratio que planteaba Scaligero, que tratan de encontrar lo que conforma el razonamiento y las ideas de todos los seres humanos.

Estas pioneras obras ya dan cuenta de lo que será la lingüística moderna, es decir el establecimiento de los principios que consolidan la formulación de una teoría lingüística en base a los sistemas significantes de las lenguas. Es así que, para los abates de Port Royal, las palabras son signos, de los que se consideran dos caras o aspectos: la primera en tanto que son caracteres en su naturaleza y la segunda por su significación, es decir la manera como los seres humanos se sirven para significar sus pensamientos (Domínguez, M. 1998).

Si la gramática de Port Royal dominó buena parte del siglo XVII, al mismo tiempo otros autores contemporáneos de ese siglo y los siguientes continuaron esa senda de investigación seguida por los racionalistas tales como Michel Foucault, René Descartes, Nicolas Beauzée, César Chesneau Du Marsais y más tarde Étienne Bonnot de Condillac.

Desde la Grammaire generale et raisonnee de Port Royal habrá que esperar 300 años después de formulados los principios descubiertos por los pensadores de esa época hasta el siglo XX, cuando en 1916 Ferdinand de Saussure determine la diferencia entre el significado y el significante de los signos lingüísticos, en la exposición de los principios teórico-filosóficos que darían inicio a la lingüística moderna, así como André Martinet en 1960 con la concepción del lenguaje en su doble articulación, hasta llegar a la gramática generativa y transformacional de Noam Avram Chomsky y contemporáneamente con la lingüística pragmática.

En definitiva, después de Port Royal ya no se trata entonces de simplemente de describir la gramática en cuanto al “buen uso”, sin estipular ni fijar teorías al respecto como lo era en la época de Les précieuses ridicules de Molière, sino de establecer que la gramática, aparte de ser el “arte de hablar”, debe ser definida en base a los principios de la explicación de los pensamientos por medio de los signos que el ser humano ha inventado para esos propósitos.

Referencias
Capano, Daniel A.(2021) Una clase sobre el preciosismo y las preciosas ridículas [Documento en línea] Disponible: file:///C:/Users/OMAR/Searches/Downloads/Dialnet-UnaClaseSobreElPreciosismoYLasPreciosasRidiculas-6084436.pdf Consulta: 12-07-2021

Domínguez Mujica, Carmen L. (1998). La sintaxis: el siglo XX. Mérida, Venezuela: Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico.

Galán Sánchez, Pedro J. (2004). Minerva. Revista de Filología Clásica N° 17. España: Universidad de Extremadura [Documento en línea] Disponible: file:///C:/Users/OMAR/Searches/Downloads/Dialnet-InfluenciasDelDeCausisLinguaeLatinaeDeEscaligeroEn-1078503.pdf Consulta: 12-07-2021

Fuentes fotográficas:

  1. https://pixabay.com/es/illustrations/mujer-cerebro-decisi%c3%b3n-ponderando-5701303/

  2. https://diariojudio.com/opinion/las-preciosas-ridiculas-teatro-en-serio-que-provoca-risa-con-la-compania-nacional-de-teatro/283556/

  3. https://pixabay.com/es/illustrations/conciencia- %c3%adritu-alma-psicolog%c3%ada-6232538/



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El bosquejo histórico que usted ha hecho de la lingüística resulta pertinente y además útil para aquellos lectores interesados en esa disciplina teórica, sobre todo en los giros históricos que ha venido dando.

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