En el tenor de la dominación globalizada, se ha producido una revuelta sustancial del conocimiento, representada por todas las ciencias, como respuesta a los predicamentos forjados por los cánones de la racionalidad moderna en general y por las fábulas de la concepción heredada del saber en particular.

En la actualidad, en todas las formas de conocimiento, se están generando procesos graduales de transgresiones disciplinarias, que conducen a sacudidas, rebotes, reacomodos y hasta abandonos epistemológicos, espejo de las "crisis paradigmáticas" que se están produciendo hoy día.

La aparición de nuevas formas de interpretar la realidad, entre ellas la complejidad, proporciona un fermento especial para salir de este trance. Este cambio se distingue como una reforma trascendente de nuestros esquemas culturales y mentales en proporción al conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Con ello quiero decir que está surgiendo un cambio paradigmático radical en el orden epistemológico, como consecuencia de los indudables éxitos teóricos y prácticos, expresados en la ventajosa integración de las ciencias naturales, las matemáticas y las humanidades, con los que se está configurando una nueva episteme, de la que la complejidad es legítima protagonista.

Precisamente, la transcomplejidad representa una vía de pensamiento emergente y disruptiva, capaz de remover la hegemonía. Exalta la nueva perspectiva social integral del conocimiento, porque escarba en muchos otros argumentos y desarrolla toda una epistemología saliente, maleable e innovadora, que está en continua deconstrucción, construcción y reconstrucción conceptual, que ha ido aprovechando nuevas y fértiles multimetodologías, que penetran con su valor práctico en todos los recintos de la realidad social. En este sentido, germina un hibridismo, una mezcla en el lenguaje y el pensamiento, como vehículo para mejorar la comprensión de los más diversos y complejos problemas sociales, con el ideal de lograr un entrelazamiento conveniente y sostenible de todas las formas de conocimiento.

La transcomplejidad, con su episteme en construcción, deja muy claro que no es ni quiere ser una teoría de teorías, ni una ciencia sujeta. Desde sus inicios se ha presentado como un espacio de trabajo cooperativo y colaborativo, que fomenta la mezcla de saberes, a la vez que dinamiza las propias disciplinas. Algunos lo consideran un "sistema de enfoques de naturaleza holística, que acaba de comenzar con la creación de una nueva comunidad lingüística y la consiguiente reconstrucción e hibridación epistemológica y metodológica que debe evolucionar de la interdisciplinariedad a la transdisciplinariedad". Se trata de un escenario que invita a la multiplicidad de teorías y enfoques, por lo que no hay unificación terminológica ni semántica; pretender hacerlo es adherirse a una racionalidad reduccionista. Sin embargo, ya están surgiendo supuestos firmemente asentados en las más disímiles esferas del conocimiento.

En sumario, la transcomplejidad se vislumbra como una forma superior de integración del conocimiento, donde se insinúa la construcción de una nueva epistemología, tal vez más bien un entretejido y mezcla de lenguajes, métodos, pensamientos, de las disciplinas que participan con un excelente nivel de colaboración y protagonismo compartido, holístico, con liderazgo simultáneo y multidimensional, con enunciados sustentables, a problemas multinivel, que demandan una superioridad en la integración y organización del conocimiento. Por lo tanto, la epistemología transcompleja surge del propio proceso, nutrido por la flexibilidad, la crítica y la autorreflexividad.

No todo está escrito, no todo está dicho. Hasta otra ocasión en la que viajaremos en la multidimensionalidad del pensamiento y su episteme.

In the tenor of globalized domination, there has been a substantial revolt of knowledge, represented by all sciences, as a response to the predicaments forged by the canons of modern rationality in general and by the fables of the inherited conception of knowledge in particular.

At present, in all forms of knowledge, gradual processes of disciplinary transgressions are being generated, which lead to shocks, rebounds, rearrangements and even epistemological abandonments, mirror of the "paradigmatic crises" that are taking place today.

The emergence of new ways to interpret reality, among them complexity, provides a special ferment to get out of this trance. This change distinguishes itself as a transcendent reform of our cultural and mental schemes in proportion to knowledge, science, and technology.

By this, I mean that a radical paradigmatic change is emerging in the epistemological order, as a result of the unquestionable theoretical and practical successes, expressed in the advantageous integration of natural sciences, mathematics, and humanities, with which a new episteme is being configured, of which complexity is the legitimate protagonist.

Precisely, transcomplexity represents an emerging and disruptive route of thought, capable of removing hegemony. It exalts the new integral social perspective of knowledge because it digs into many other arguments and develops a whole salient, malleable, and innovative epistemology that is in continuous deconstruction, construction, and conceptual reconstruction and that has been gradually taking advantage of new and fertile multimethodologies, which penetrate with their practical value in all the precincts of social reality. In this sense, a hybridism germinates a mixture of language and thought, as a vehicle to improve the understanding of the most diverse and complex social problems, with the ideal of achieving a convenient and sustainable interweaving of all forms of knowledge.

Transcomplexity, with its episteme under construction, makes it very clear that it is not and does not want to be a theory of theories, nor a subject science. From its beginnings, it has been presented as a space for cooperative and collaborative work, which encourages the mixing of knowledge, while dynamizing the disciplines themselves. Some consider it a "system of approaches of a holistic nature, which has just begun with the creation of a new linguistic community and the consequent epistemological and methodological reconstruction and hybridization that must evolve from interdisciplinary to transdisciplinary". This is a scenario that invites a multiplicity of theories and approaches, so there is no terminological or semantic unification; to pretend to do so is to adhere to a reductionist rationality. However, assumptions are already emerging, and firmly established in the most dissimilar spheres of knowledge.

In summary, transcomplexity is glimpsed as a superior form of integration of knowledge, where it intimates the construction of a new epistemology, perhaps rather an interweaving and mixture of languages, methods, and thoughts, of the disciplines that participate with an excellent level of collaboration and shared, holistic protagonism, with simultaneous and multidimensional leadership, with sustainable enunciations, to multilevel problems, which demand superiority in the integration and organization of knowledge. Therefore, transcomplex epistemology emerges from the process itself, nurtured by flexibility, criticism, and self-reflexivity.

Not everything is written, not everything is said. Until another occasion in which we will travel in the multidimensionality of thought and its episteme.